Herramientas y conocimientos de necesidad poética
Los conocimientos de ebanistería adquiridos en su juventud, fueron las herramientas que a Kieff le dieron la oportunidad de esculpir obras en madera. Dotado de una especial sensibilidad adaptó este material a sus primeras creaciones, basándose en sus estudios musicales, siempre motivado por las obras de Brancusi y Arp. Esa pasión por la escultura moderna es la que le ha conducido y llevado a donde hoy día está. Galerías, críticos y público en general, acogieron con entusiasmo a este nuevo artista surgido de la nada, cuyas obras aguardaban en su ingenio creativo esperando el momento de ser creadas. Consciente de la diferencia entre ser un artista y vivir de ello, adoptó pronto una búsqueda de aquello que le permitiese vivir de su trabajo sin abandonar su identidad.
En una búsqueda insaciable amplía sus conocimientos sobre las posibilidades que le ofrece la curva, lo cóncavo y lo convexo, la perspectiva. Kieff se sitúa frente a la escultura como un intruso consciente de que su obra viola el espacio. El mismo espacio que generoso, le devolverá la obra en sus cuatro dimensiones.
Cosechó éxitos y fracasos, pero éstos nunca le detuvieron. Kieff siempre mantuvo: “un error es una manera de conseguir aquello que estás buscando tú solo trabaja y deja que la obra venga a ti”.
Su obra siempre abstracta, no representaba nada del mundo exterior. Movido por la música que le mostraba el camino, buscaba en el ritmo la orientación y el sosiego para inspirarse. En este sentido, mucho debe de agradecer a Mozart, Beethoven, Schubert, Schuman, Falla, Granados entre otros muchos. La filosofía de Emmanuel Kant, le proporcionó elementos que le sirvieron para conseguir el equilibrio que tanto deseaba en sus obras.
Hoy en día, Kieff considera sus obras como un intento de plasmar en la materia el ritmo, el silencio y la cadencia de la música. En definitiva, un escultor de la música, la literatura, el teatro y la poesía.